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Imagina este escenario: ejecutas tu software en un entorno de pruebas y funciona, así que lo llevas a producción, pero cuando lo ejecutas allí… ¡falla!
Una de las razones más comunes por las que esto ocurre es la inconsistencia en los ambientes de pruebas y de producción, ya sea en las versiones de software, en las bibliotecas o incluso en la topología de red de ambos entornos.
Es necesario contar con un conjunto de ambientes estables en los que se pueda implementar un software de manera confiable, para evitar fallos como el del ejemplo anterior. Escenarios como el descrito pueden ocasionar pérdidas de recursos en tiempo y dinero, pues obligan a reescribir el código después de usar un ambiente determinado. Además, si las fallas de la implementación perjudican al negocio, pueden haber tiempos de inactividad en el ambiente de producción. Pues bien, el uso de contenedores es una de las soluciones a este problema.
¿Qué es un contenedor?
Según la documentación oficial de Docker, un contenedor es una unidad estándar de software en la que se agrupa el código y todo lo necesario para ejecutar un software, haciendo que las aplicaciones se ejecuten de manera rápida y confiable en diferentes entornos informáticos.
Los contenedores aíslan el software del ambiente para lograr una implementación exitosa en cada máquina, pues tienen todo lo necesario para que el software funcione correctamente durante el tiempo de ejecución en un mismo paquete. Dicho paquete ocupa poco espacio en la memoria y puede operar de manera independiente de otro software o hardware, lo que significa que se puede ejecutar de manera confiable cada vez que se requiera.
¿Cuál es la diferencia entre un contenedor y una máquina virtual?
La diferencia está en el nivel de virtualización. Las máquinas virtuales se crean en un sistema operativo virtualizando el hardware. Si hay múltiples máquinas virtuales en un sistema, cada una de ellas cuenta con su propio sistema operativo. En cambio, los contenedores son más portátiles, ya que virtualizan el sistema operativo en sí mismo.
¿Cuándo usar un contenedor en lugar de una máquina virtual?
Los contenedores son útiles cuando se necesita ejecutar varias instancias de una misma aplicación en un solo sistema operativo. Si lo que se requiere es ejecutar varias aplicaciones, lo conveniente es utilizar una máquina virtual. Por otra parte, si se necesita escalar aplicaciones bajo demanda, usar contenedores es una excelente decisión.
Los desafíos de trabajar con contenedores
Usar contenedores tiene muchas ventajas, pero también algunos desafíos. Los contenedores requieren una nueva configuración y esto puede ser complejo y costoso para algunas aplicaciones. No todas las aplicaciones se benefician del uso de contenedores.
Los principios básicos sobre los que se construyen los contenedores no requieren el almacenamiento de datos más allá del ciclo de “fin de vida del software” o “end of life cycle”. Por el contrario, las aplicaciones en la vida real sí necesitan almacenamiento constante, por lo que pueden ser difíciles de implementar dentro de las configuraciones actuales.
¿Cómo contenerizar aplicaciones?
Ahora que sabemos lo que es un contenedor y en qué situaciones se puede utilizar, la siguiente pregunta es: ¿cómo contenerizar una aplicación?
Los contenedores existen desde hace algún tiempo, pero Docker ha sido capaz de generalizar su uso. A la hora de contenerizar aplicaciones, este software es una opción popular, pues proporciona una plataforma sencilla para construir y compartir aplicaciones en contenedores y también facilita el despliegue rápido del código.
Los contenedores y Docker han revolucionado el funcionamiento del modelo de DevOps en las organizaciones. La facilidad de escalamiento, los mecanismos failover o de conmutación por error, las implementaciones automatizadas y sin complicaciones, entre otros beneficios, pueden generar una ventaja competitiva para cualquier empresa respecto a otras.
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